Al 28 de marzo de 2020 la pandemia del COVID -19 ha provocado que 1,6 billones de niños y adolescentes no asistan a la escuela en 161 países, equivalente a un 80% de los estudiantes que cursan educación a nivel mundial. Antes de ese contexto, ya veníamos experimentando una crisis global de aprendizaje, lo que significaba que muchos estudiantes asistían a la escuela pero no estaban aprendiendo. Este indicador es recogido por el Banco Mundial y se denomina “Learning poverty”, así- antes de la crisis sanitaria- bordeaba el 53% en los países de bajos y medianos ingresos.
Uno de los impactos inmediatos de la pandemia en la educación es a través de las pérdidas de los aprendizajes de los estudiantes si consideramos que la mayoría de países tienen sistemas educativos diferentes y no están en las mismas condiciones. Los países con mayor desarrollo están mejor preparados para utilizar estrategias de educación virtual con importantes desafíos para los padres y docentes. En contraste, en los países con ingresos bajos y medios como el nuestro, la situación es más desafiante. Solo el 1,7% de los hogares en zonas rurales cuenta con acceso a internet, según el Censo 2017 de INEI. Por lo tanto, los niños que viven en hogares rurales sin computadoras, sin conectividad a internet y cuyos padres se encuentran excluidos digitalmente sin duda sentirían los impactos negativos en su educación con mayor fuerza.
¿Qué se necesita para minimizar lo más posible el efecto negativo de la falta de conectividad en el aprendizaje de los niños más pobres?
Es una pregunta recurrente. Algunas de las estrategias planteadas por Jaime Saavedra, Director Global de Educación del Banco Mundial son, trabajar con las empresas de telecomunicaciones para aplicar políticas “zero-rate” gratuitas, que puedan facilitar que el material de aprendizaje se descargue en un teléfono inteligente; utilizar los mensajes instantáneos y SMS mediante el cual el ministerio de educación puede comunicarse con los padres de familia y proveer guías e instrucciones para el proceso de aprendizaje. Al respecto, según el mismo Censo vemos que hoy existe mayor penetración de los smartphones en los hogares rurales pero aún es insuficiente.
Finalmente, frente a la carencia de computadoras y conectividad a internet en familias pobres, una alternativa que ya se viene plateando en el gobierno es utilizar la radio y la televisión (media learning) como herramientas para la educación en este contexto de crisis. Todas estas son medidas necesarias pero no suficientes. Y todo dependerá del grado de alfabetización digital de los padres en quienes sin duda recaerá la responsabilidad de facilitar el aprendizaje de sus hijos.
En materia de telecomunicaciones se pudo haber hecho más. Los proyectos de alianza publico privados importantes como la Red Nacional de Fibra Óptica y sobre todo la Red Regional de Fibra Óptica vienen logrando importantes resultados en el sector rural, pero tampoco son suficientes aun, este último se encuentra en proceso de implementación. Por otro lado, la alfabetización digital de todo ciudadano y su inclusión en la era digital siguen siendo desafíos cruciales.
Heidi Paredes Cueva
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