La pasión por el fútbol es algo que cultive desde muy pequeño y aún recuerdo mi sueño escolar de algún día convertirme en un periodista deportivo. Entonces tenía poco más de 10 años, estudiaba en el colegio Garcilaso e invertía de manera muy disciplinada los S/. 0.50 céntimos del refrigerio en el diario deportivo Libero, que me informaba de todo lo que ocurría en el mundo del fútbol peruano y su siempre dinámico mercado de pases y chismes.

Mi pequeña habitación de entonces tenía sus paredes completamente forradas de los ídolos del momento como Roberto “El Chorrillano” Palacios, Nolberto “El Maestrito” Solano, Jorge “El Camello” Soto entre otras glorías del fútbol peruano que el año 1997 estuvieron a punto de clasificarnos al mundial de fútbol Francia 98.

Recuerdo con emoción el año 1996 cuando tío Victor me llevó a ver un partido entre Sporting Cristal y Cienciano en el Estadio Garcilaso donde tuve la oportunidad de ver frente a frente a los mejores jugadores del fútbol peruano versus los ídolos locales como Percy “Chuncho” Aguilar, Frank Palomino y al buen arquero Maurinho Mendoza en un partido inolvidable que culminó 3 a 1 favorable a los cusqueños.

El fútbol moderno surgió en las Islas Británicas en la segunda mitad del siglo XIX, cultivado por las clases altas de esas naciones –era conocido como un juego de caballeros- que rápidamente se fue popularizando y haciendo un deporte de masas y no de élites.

En sus inicios defender una camiseta era considerado una cuestión de honor y cambiar de equipo era prácticamente imposible, e incluso el reglamento sancionaba con la suspensión del equipo si se comprobaba que alguno de los jugadores cobraba dinero por hacerlo.

Esta regla hacía que el mercado laboral de futbolistas fuera inexistente y solo en el caso de jugadores extraordinarios existían modestas remuneraciones que se cobraban de manera ilegal, dando origen a un incipiente e ilegal mercado de jugadores, por lo que gradualmente ser futbolista se convirtió en un trabajo y no un simple pasatiempo.

La supresión de esta regla en 1885 dio origen al mercado de pases de jugadores que hoy sorprende por las millonarias sumas que los clubes de fútbol pagan por los jugadores y también las fabulosas remuneraciones que sus máximos representantes pueden ganar anualmente. Sin embargo, esto es solo la punta del iceberg dado que existen miles de futbolistas que se desempeñan en ligas locales cuyas remuneraciones son bastante bajas y que los obliga a desempeñar otras funciones adicionales para poder cubrir las necesidades familiares, lo que impide su formación plena.

El inadecuado diseño del campeonato peruano y la limitada inversión privada mantienen al fútbol y a los futbolistas nacionales alejados de niveles competitivos en cuanto a calidad y en un nivel de subdesarrollo que impide la aparición de grandes exponentes, aun cuando cada cierto tiempo nos sorprenden noticias como la de Kluiverth Aguilar (16 años) que ha sido traspasado de Alianza Lima al poderoso Manchester City de la Premier league por 2.8 millones de dólares.

La distribución de talento es estadísticamente homogénea, mientras la posibilidad de desarrollar el talento profesionalmente es asimétrica y esta limitada por las condiciones que el medio ofrece para ello, en el cual el rol de las organizaciones privadas y su fortaleza financiera juegan un rol determinante.

Las posibilidades para el fútbol peruano son muy grandes; políticas adecuadas e inversión privada para su desarrollo permitirían que se convierta en una fuente de oportunidades para muchos.

 

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