Durante la pasada campaña electoral uno de los mejores debates entre candidatos a la Municipalidad Provincial del Cusco fue organizado por la Asociación de Animalistas donde se abordó la problemática de la sobrepoblación de perros y los problemas de salud pública que generan.

Caminar por el cercado de San Sebastián es realmente una experiencia desagradable debido a la gran cantidad de excremento de perros que abarrotan sus calles que se constituyen en focos de contaminación y fuente de enfermedades infecciosas para los seres humanos; sin considerar el mal olor y la desagradable experiencia de pisar excremento. Desafortunadamente, esta realidad no es solo de este distrito. 

La sobrepoblación de perros ha elevado también el riesgo de ser atacados por estos animales que incluso en jauría suelen atacar a las personas más vulnerables que no tienen la fortaleza física para defenderse, con el riesgo de ser contagiados con el virus de la rabia.

La crianza de animales domésticos es una gran responsabilidad que requiere del compromiso de las personas y de recursos económicos para que sea adecuada tanto desde el punto de vista del animal como de los seres humanos. Es más que evidente que esta condición no se cumple en la mayoría de los casos y por ello todos sufrimos las consecuencias de la irresponsabilidad de algunos.

Resulta impostergable la necesidad de tomar acciones en el asunto con la finalidad de gestionar el problema y evitar que se siga agravando con el pasar de los días con nefastas consecuencias sobre nuestra salud y bienestar.

¿Qué podemos hacer?

A mi juicio, lo primero que debemos hacer es la identificación de las familias que asumieron la responsabilidad de la crianza de estos animales, con los cuales promover las buenas prácticas de crianza y trasladar a ellos los costos sociales del problema de salud pública que enfrentamos, para contar con los recursos financieros necesarios para su adecuada gestión.

Una vez que tenemos cuantificado el problema debemos aplicar medidas para controlar la población de estos animales y pasa por limitar la cantidad de perros por familia a uno y obligar a su esterilización; salvo solicitud expresa de quienes buscan la reproducción de estos animales para quienes esto ya representa una actividad económica.

Ambos mecanismos permitirán la identificación de los perros sin familia para quienes será necesario implementar una perrera municipal que los cobije por un periodo máximo de 10 días, luego de lo cual, ante el abandono del que son víctimas y el riesgo de salud pública que representan para la población deberán ser sacrificados. –Muy a mí pesar-

Desde las municipalidades es muy poco lo que se ha hecho para gestionar este problema y son por el contrario las organizaciones privadas de voluntarios los que hacen innumerables esfuerzos para brindar alternativas de vida saludable a estos animales domésticos, promoviendo hogares temporales, la adopción y otros. Desafortunadamente, los esfuerzos de estos buenos ciudadanos no son suficientes para compensar la irresponsabilidad y desidía de muchos otros.

 

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