La inmensidad de la crisis que venimos atravesando ha vuelto pequeñas las sucesivas crisis que veníamos sufriendo desde el 2016 que elegimos como presidente a Pedro Pablo Kuczynski. El quinquenio 2016 – 2021 en el futuro será recordado como el peor quinquenio para el Perú en lo que va del siglo XXI, debido a la casi permanente crisis de institucionalidad que lo caracterizo.

El enfrentamiento de poderes tuvo entre sus víctimas la institucionalidad democrática de nuestro país que fue llevada a sus límites innecesariamente, de manera banal y superflua como indicara la aún vicepresidenta Mercedes Araoz.
El tiempo y el juicio de la historia terminarán por definir, alejado de las pasiones políticas del momento, si Martín Vizcarra fue un presidente constitucional o uno de facto; aun cuando el máximo ente de interpretación constitucional haya sentenciado que la disolución del parlamento fue constitucional.

Estamos ingresando en la recta final de este quinquenio para el olvido y haríamos bien en preservar nuestra casi aniquilada democracia y conducir al Perú del Bicentenario con un proceso electoral ejemplar por su transparencia y prolijidad.

Las reglas establecidas de cara al proceso de electoral 2021 involucraban la realización de elecciones primarias en los partidos políticos que debían realizarse este año 2020 y cuyo objetivo era mejorar la calidad de los representantes elegidos en democracia.

Sin embargo, el día de hoy el presidente del parlamento Sr. Manuel Merino ha presentado un proyecto de ley solicitando la suspensión de las elecciones primarias debido a la emergencia sanitaria que vivimos, luego que un día antes el presidente de la República anunciara que no será candidato a la presidencia el 2021.

Es cierto que llevar adelante elecciones primarias en medio de una pandemia sería un hecho absolutamente impertinente y que debe primar el preservar la salud de los peruanos por sobre todas las cosas. Sin embargo, las autoridades electorales deben asegurar el cumplimiento del calendario electoral de manera tal que en abril 2021 estemos eligiendo a un nuevo presidente.

Martin Vizcarra ha demostrado ser un político capaz de entusiasmar a la población y vivir casi un romance con las mayorías para envidia de quienes no tuvieron el mismo devenir.

El presidente debe mantener la lucidez y alejarse de los malos consejeros y aduladores que hablan al oído y que presionan por posturas populistas que van en abierto desacato de las normas constitucionales que impiden su postulación o peor aún que utilizando la difícil coyuntura pretendan la alteración del cronograma electoral.

La prolijidad del proceso electoral requiere el establecimiento de normas claras y estables, la absoluta neutralidad de quien ejerce el poder, el manejo competente de las autoridades electorales y por supuesto la transparencia de todo el proceso.

Si luego de esta experiencia política aún le quedan ganas de seguir estando en primera plana y se maneja con pertinencia, el capital político del presidente Vizcarra estará intacto para el 2026.

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